Para el caso del país de Guatemala, el concepto de cementerio tal y como se conoce hoy en día, fue introducido a partir de las primeras décadas del siglo XIX, a raíz de las epidemias que azotaron a los vecinos de la Nueva Guatemala de la Asunción y también por el crecimiento poblacional, iniciándose los primeros intentos por aislar del casco urbano, las áreas de enterramiento, más por razones de sanidad, pero a la vez ocasionó la secularización de estos espacios.
Dicho proyecto fue consolidado durante el gobierno liberal del Doctor Mariano Gálvez, a través de un acuerdo de la Asamblea Legislativa de fecha 12 de abril de 1831, sobre el establecimiento de un cementerio general en la Ciudad Capital, y con otro acuerdo de fecha 22 de agosto de 1834, al decretar la construcción de cementerios en toda la república.
En Ciudad Vieja, el 22 de octubre de 1,925 se construyo la portada del cementerio que se encuentra en la salida de este mismo lugar, esto nos indica que para esta fecha ya existía este cementerio.
Un dato interesante que llama mucho la atención es que en octubre de 1983 durante las excavaciones hechas por el Instituto de Fomento Municipal, para la introducción de drenajes a la población de San Miguel Escobar, se encontraron un gran número de entierros en torno a su Iglesia. Se tuvieron que detener tales excavaciones de inmediato y solicitar apoyo de la Policía Nacional y del Ejército de Guatemala para evitar que los vecinos continuaran destruyendo los entierros que continuamente aparecían, aunque finalmente solo se logró la recuperación de seis en condiciones aceptables de un total de 32 registrados. El estado de conservación de los restos era muy precario y la mayoría se trataba de entierros secundarios. Valencia, Miguel S.
1993 Santiago de Guatemala en Almolonga: Evidencias arqueológicas e históricas. En III Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1989 (editado por J.P. Laporte, H. Escobedo y S. Villagrán), pp.309-315. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
Sin duda alguna en Ciudad Vieja y San Miguel Escobar, existían familias de Elite económica bastante alta que influían en las decisiones de los grandes jerarcas de la Iglesia Católica de aquel entonces, por esta razón cada uno de los integrantes de estas familias eran los privilegiados de ser enterrados al interior de la Iglesia o a sus alrededores.
En real cédula circular de 27 de marzo de 1789 se previno á los virreyes y capitanes generales de las colonias de España en América (incluyendo toda las parroquias de Guatemala) que informaran al rey sobre la construcción de cementerios fuera de poblado, y manifestaran si los fondos de las iglesias podrían sufragar los gastos consiguientes al número de establecimientos de esa índole que en cada población se necesitasen; y algunos años después de reiteró por medio de otra cédula, la prevención a los funcionarios dichos, y se recomendó el asunto a los arzobispos y obispos, a fin de que se hiciesen los cementerios fuera de las poblaciones, en obsequio del estado sanitario, que tanto sufría por los enterramientos dentro de las iglesias y en otros sitios contiguos a éstas.
Por no existir testigos y con el objetivo de aclarar si las osamentas fotografiadas eran realmente antiguas o si eran parte de un cementerio clandestino de época reciente, ex-laborantes de Casa Alianza promovieron una nueva diligencia de exhumación, siendo apoyados por la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala y por la organización Familiares de Detenidos y Desaparecidos de Guatemala (FAMDEGUA).
El EAFG inició la investigación antropológico forense el día 14 de marzo de 1,994, descubriendo 20 osamentas humanas con peculiaridades muy distintas a las encontradas en un cementerio clandestino típico y sin señales de violencia (EAFG 1994b). Un análisis cuidadoso de todos los rasgos arqueológicos del contexto llevó a la conclusión de que se trataba de un cementerio legal de época antigua, razón por la cual el caso fue remitido a las autoridades del Instituto de Antropología e Historia de Guatemala y al Consejo Nacional para la Protección de Antigua Guatemala. Expertos de ambas instituciones dictaminaron que el hallazgo correspondía un cementerio antiguo cuya fecha y procedencia podrían ser determinados únicamente a través de un proyecto arqueológico, dado que el lugar ha sido ocupado ininterrumpidamente desde el siglo XVI (año 1,600); además recomendaron cubrir nuevamente todas las excavaciones con el fin de preservar las osamentas y rasgos arquitectónicos antiguos asociados mientras se instala un proyecto arqueológico.
La importancia de esta exhumación radica en que no es imposible ni extraño encontrar un cementerio clandestino en casi cualquier lugar en Guatemala y por ello siempre que se localicen osamentas humanas existe una fuerte posibilidad de que se trate de algunos de los miles de desaparecidos y siempre será necesario someterlas a un minucioso análisis. Este caso ilustra también la importancia de una cuidadosa excavación arqueológica, pues no fue necesario realizar la exhumación y análisis de las osamentas para determinar que no pertenecen a época reciente.
De esta manera era como enterraban a sus muertos los primeros habitantes de estas tierras, los Kakchiqueles, pertenecientes a la ciudad de Iximché que era la capital de los Kakchiqueles, tal y como lo indica el párrafo siguiente.
A la llegada de los españoles a su territorio, en 1,524, los mayas del período clásico (alrededor del 800 d. C.) habían dejado de ser una civilización compleja y organizada. Sus descendientes se encontraban divididos en un buen número de señoríos y/o ciudades-estado como:
- Utatlán o Q'umarkaj capital de los Ki'che',
- Iximché, capital de los Kakchikeles,
- Zaculeu o Saqulew, capital de los Mames,
- Mixco Viejo, capital de los Pokomames,
- Chuitinamit, capital de los Tz'utujil,
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