La Salve es una de las más populares y conocidas oraciones católicas a María la madre de Jesús. Inicialmente una antífona mayor e himno. Es una de las cuatro antífonas del Breviario dedicadas a Virgen (las otras tres son Alma Redemptoris Mater, Ave Regina Coelorum y Regina Coeli).
Los cistercienses, los dominicos y los franciscanos promovieron su uso en diversas circunstancias (en especial en la liturgia de las horas). En 1250 Gregorio IX la aprobó y prescribió que se cantara al final del rezo de las Completas. Los monjes la cantaban antes de dormir y los monjes de la orden de Predicadores la cantaban en procesión con velas encendidas.
Aunque la Salve principalmente es una oración dedicada a la Virgen María (en latín Salve Regina), la gran variedad de representaciones de la Virgen y la devoción existente en cada lugar donde se venera ha generado la creación de una "Salve" particular según la advocación del lugar.
Texto en Latín:
Salve, Regina, mater misericordiae
Vita, dulcedo, et spes nostra, salve.
Ad te clamamus, exsules, filii Hevae.
Ad te suspiramus, gementes et flentes
in hac lacrimarum valle.
Vita, dulcedo, et spes nostra, salve.
Ad te clamamus, exsules, filii Hevae.
Ad te suspiramus, gementes et flentes
in hac lacrimarum valle.
Eia ergo, Advocata nostra,
illos tuos misericordes oculos
ad nos converte.
Et Iesum, benedictum fructum ventris tui,
nobis post hoc exsilium ostende.
O clemens, O pia, O dulcis Virgo Maria.
illos tuos misericordes oculos
ad nos converte.
Et Iesum, benedictum fructum ventris tui,
nobis post hoc exsilium ostende.
O clemens, O pia, O dulcis Virgo Maria.
Ora pro nobis sancta Dei Genetrix.
Ut digni efficiamur promissionibus Christi.
Ut digni efficiamur promissionibus Christi.
Texto en español:
Dios te Salve, Reina y Madre de Misericordia,
Vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te Salve.
A ti clamamos los desterrados hijos de Eva.
A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te Salve.
A ti clamamos los desterrados hijos de Eva.
A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea pues Señora Abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos Misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús
Fruto Bendito de tu Vientre.
Oh Clemente, Oh Piadosa, Oh Dulce Virgen María.
vuelve a nosotros esos tus ojos Misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús
Fruto Bendito de tu Vientre.
Oh Clemente, Oh Piadosa, Oh Dulce Virgen María.
Ruega por nosotros Santa María Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas
y Gracias de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
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