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domingo, 1 de marzo de 2009

DIEGO DE PORRES


A juicio de Javier Aguilera Rojas, Diego de Porres (1677-1741) fue el más notable de los arquitectos que trabajaron en Antigua durante la primera mitad del siglo XVIII y su trabajo, «lleno de ideas personales, contribuyó a la definición del barroco local por sus medios expresivos, sus sobrios interiores de ascendiente renacentista y la influencia manierista de Serlio. Fue también innovador en las técnicas constructivas» («Antigua. Modelo de Ciudad Hispanoamericana», en Javier Aguilera Rojas, Antigua. Capital del ‘Reino de Guatemala’, Secretaría de Estado de Cultura, Madrid, 2002, p. 124). Por otra parte, su talento admite diversos análisis, según el monumento que se privilegie. De hecho, fue Arquitecto Mayor de Obras desde 1703, e intervino en la edificación de la Iglesia de la Purísima Concepción de Ciudad Vieja Sacatepéques, del Ayuntamiento, el Palacio Arzobispal, el puente del camino a San Lorenzo El Tejar, la Casa de la Moneda, la Escuela de Cristo, la fuente de las Sirenas, La Recolección, Las Capuchinas, San Felipe Neri y Santa Clara.
A primera vista, uno de los elementos arquitectónicos mejor estudiados por Diego de Porres fueron las pilastras, presentes en Antigua a partir de los seísmos de 1717. En el caso de la pilastra de tipo serliano, Luis Luján Muñoz detalla que nuestro arquitecto «consultó con frecuencia El cuarto libro de Arquitectura, de Sebastiano Serlio, publicado en España en traducción al castellano en 1578, pero del que hay versiones posteriores que, evidentemente, circularon en el reino de Guatemala, y que fueron ampliamente conocidas por Diego de Porres y sus hijos, también arquitectos» («Pilastra floral», El país del quetzal. Guatemala maya e hispana, Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior, Madrid, 2002, p. 373).

l talento de Diego de Porres admite diversos análisis, según el monumento que se privilegie. De hecho, fue Arquitecto Mayor de Obras desde 1703, e intervino en la edificación del Ayuntamiento, el Palacio Arzobispal, el puente del camino a San Lorenzo El Tejar, la Casa de la Moneda, la Escuela de Cristo, la fuente de las Sirenas, La Recolección, Las Capuchinas, San Felipe Neri y Santa Clara.

A primera vista, uno de los elementos arquitectónicos mejor estudiados por Diego de Porres fueron las pilastras, presentes en Antigua a partir de los seísmos de 1717.

En el caso de la pilastra de tipo serliano, Luis Luján Muñoz detalla que nuestro arquitecto «consultó con frecuencia El cuarto libro de Arquitectura, de Sebastiano Serlio, publicado en España en traducción al castellano en 1578, pero del que hay versiones posteriores que, evidentemente, circularon en el reino de Guatemala, y que fueron ampliamente conocidas por Diego de Porres y sus hijos, también arquitectos» («Pilastra floral», El país del quetzal. Guatemala maya e hispana, Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior, Madrid, 2002, p. 373).

OBISPO FRANCISCO MARROQUIN


El licenciado Francisco Marroquín fue el primer obispo de Guatemala.

Cargo o principal ocupación:
Obispo de Guatemala
Casó:
Francisca de Palacios
Nació:
Circa 1478 en Burgo de Osma, España
Murió:
18 de abril de 1563 en Santiago de Guatemala
Padres:
Don Pedro del Valle y doña Juana Ruiz Marroquín del Pumar
Resumen:
El licenciado Francisco Marroquín fue el primer obispo de Guatemala. Obtuvo el grado de licenciado en Sagrada Teología en la Universidad de Osma y ascendido al sacerdocio. Antes de su ordenación se casó con Francisca de Palacios, de cuyo matrimonio nació Alonso Marroquín, quien en 1538 pasó a América, desde Berlanga, Extremadura, se casó con doña Mencia Hurtado de Mendoza y se avecindó y dejó sucesión en Santiago de Guatemala.
El licenciado Francisco Marroquín coincidió con Pedro de Alvarado en la Corte española, en 1528, y vino a Guatemala junto con éste. El 3 de junio de 1530, Alvarado lo presentó en el Cabildo de la ciudad de Guatemala para que ejerciera el cargo de cura de la ciudad. Cuando Marroquín fue a México por la colación y canónica institución de su beneficio, el obispo no solamente le dio la colación, sino que lo nombró su provisor y vicario general en la gobernación de Guatemala, y por lo tanto, también se constituyó en juez eclesiástico de dicha jurisdicción. Estudió las lenguas nativas y las dominó al punto que las pudo enseñar a los ministros que vinieron después.
En 1533 fue presentado, por la Corona, para el obispado de Guatemala y el Papa Paulo III (1534-1549), por medio de la bula del 18 de diciembre de 1534, lo nombró tal obispo y, al mismo tiempo “protector de los indios”. El obispo Juan de Zumárraga lo consagró en México el 07 de abril de 1537, y el 20 de octubre del mismo año, siempre en México, hizo la erección de la Iglesia de Guatemala.

Posible capa Pluvial que utilizo
El Obispo Francisco Marroquín

Cuando recibió la bula de su nombramiento de obispo no habían sacerdotes, sino solamente 4 ó 6 clérigos, así que uno de sus primeros afanes fue de traer ministros para la administración de los sacramentos de la Iglesia Católica. Siendo cura estableció la primera escuela para las primeras letras, y ya como obispo logró que el rey proveyera una cátedra de Gramática Latina en la ciudad de Guatemala, sin embargo, no logró que se erigiese Universidad ni que se fundase un Colegio de la Compañía de Jesús. Por lo tanto, en su testamento dejó 2.000 pesos y varias tierras que poseía en Jocotenango, para que se fundara un Colegio. Edificó el hospital llamado Santiago para atender a los pobres, y un Colegio para niñas huérfanas. Tampoco pudo lograr establecer un monasterio para religiosas. Construyó la iglesia parroquial de Ciudad Vieja y el edificio de la catedral.
En 1555 solicitó del Papa Julio III que la catedral de Guatemala gozara de todas los privilegios que se le concedieron a la Iglesia de Santiago, en Galicia.
En 1546 asistió a la Junta que convocó en México el visitador don Francisco Tello de Sandoval, inquisidor de Toledo. Y en 1555 envió un prebendado de la Iglesia de Guatemala —Diego de Carvajal— para que lo representara en el primer Concilio Mexicano. Murió el viernes santo, 18 de abril de 1563. Estuvo al frente de la Iglesia de Guatemala 33 años: 4 como provisor y vicario general del obispo de México, y 29 como obispo de Guatemala.
Como consecuencia de la muerte del adelantado Pedro de Alvarado, el ayuntamiento de la ciudad de Guatemala, el 17 de septiembre de 1541, determinó que mientras el rey nombraba gobernador para el Reino, lo fueran el obispo Francisco Marroquín y el licenciado Francisco de la Cueva, quienes ejercieron el cargo hasta el 17 de mayo de 1542.
El 01 de diciembre de 1551 fue testigo en la información recibida para la probanza de los méritos y servicios del intérprete de la Audiencia de Los Confines, Juan Fernández Najara, a quien conocía desde hacía 13 años, más o menos. Afirmó que Fernández Najara había servido de intérprete a Pedro de Alvarado, al licenciado Alonso Maldonado, a Francisco de la Cueva y a los oidores de la Audiencia de Guatemala.
El obispo Marroquín fue un personaje dinámico y un actor clave para la institucionalización del Estado español, cuya inestable administración pública en el territorio de la provincia de Guatemala era propia del período de transición de la conquista a la consolidación del sistema hispánico en América. Esto es fácilmente comprobable por medio de una serie de cartas que escribió a los monarcas españoles donde les informó sobre los problemas y la situación del orden social, en formación, de Guatemala. Su preparación intelectual le permitió comprender el significado y alcance prospectivo de los hechos y problemas que refirió y, al mismo tiempo, sugirió la solución. Sus cartas, son una fuente de primera mano para la investigación histórica del Reino de Guatemala. Fue testigo y protagonista de los acontecimientos que relata en ellas, pues estuvo inmerso en todos los órdenes de la sociedad colonial de su tiempo y en su correspondiente problemática. Los temas que trató en sus epístolas son multitud: la situación de los eclesiásticos, el problema de los diezmos, la recolección de los tributos, la formación de reducciones, el trabajo de los indios, la actuación de las autoridades civiles, la conquista de tierras “nuevas”, el problema de las hijas naturales de los españoles, etc. Sus cartas constituyen una relación inmediata de los sucesos o acontecimientos y de la situación presente que vivía la colonia española recién fundada. [...] El contenido de sus cartas lo forman los hechos y situaciones de la sociedad guatemalteca, en formación, desde 1534 hasta 1563.

Firma del Obispo Francisco
Marroquín

Su testamento es una prueba más del carácter dinámico de nuestro personaje, pues su lectura nos conduce por los recovecos de sus actividades en todos los ámbitos de la sociedad de su tiempo —principalmente como agente económico, social y espiritual— lo que le permitió amasar una gran fortuna. Lo vemos como hacendado, encomendero, dueño de esclavos, prestamista, comerciante, fundador de obras pías, arrendatario de diezmos, fundador de instituciones socioeconómicas, de beneficio popular y espirituales, etc. etc. Con esta infinidad de funciones es innegable que influyó, de forma determinante, en la estructuración institucional de aquella sociedad incipiente, lo cual permite agregarle una función política y administrativa secular.

SAN LORENZO EL CUBO


Aldea mun. Ciudad Vieja, Sac. 2 km. por camino de revestimiento suelto al norte de la cab. Escuela 1,530 mts. SNM, lat. 14°32'12", long. 90°46'13". Chimaltenango 2059 IV. Censo 1973: 1,252 (hombres 626, mujeres 626); alfabetos 505; indígenas 464. A principios del siglo XIX se le conocía como San Lorenzo Monroy, perteneciente al curato de Dueñas o San Miguel Milpa Dueña. Por acdo. gub. del 23 agosto 1935 considerando "Que la experiencia ha demostrado que varios municipios del departamento de Sacatepéquez no pueden subsistir, no sólo por falta del número de habitantes que establece la ley, sino por falta de elementos económicos para poderse sostener; y que por otra parte, es deber del Gobierno dictar las medidas que sean convenientes para impulsar el progreso en toda la República, se acordó anexar el municipio de San Lorenzo El Cubo al de Ciudad Vieja. Por la última década del siglo XVII, en su Recordación Florida el capitán Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán se refirió a la fundación de poblados por los españoles en los años subsiguientes a la conquista: ".el capitán Diego de Monroy fundó el pueblo de San Lorenzo Monroy". Por esa época, según informe del franciscano Francisco de Zuaza que mencionó al poblado perteneciente al convento de la Limpia Concepción de Almolonga (hoy Ciudad Vieja): "El pueblo de San Lorenzo tiene doscientas y sesentidos personas de confesión, dista del convento poco menos de un cuarto de legua, adminístraseles en lengua cacchiquel. El pueblo de San Lorenzo está a la falda de un cerro y cerca de una ciénaga que sirve mucho a los indios para tener hierba qué vender. Todos son indios trabajadores así en siembras de maíz como en cortar maderas y zacate, y hacer alguna jarcia para vender en la ciudad". El arzobispo doctor don Pedro Cortés y Larraz al realizar su visita pastoral a la diócesis entre 1768 y 1770, asentó que el pueblo pertenecía a la parroquia de Almolonga o Ciudad Vieja; contaba con 57 familias o 300 personas. Al igual que los pueblos cercanos las cosechas "se reducen a maíces y no en abundancia, pero se arbitran en hacer petates con el tule que hay en la laguna, a cuya orilla están los pueblos, y con traer leña a la ciudad. El idioma que hablan en todos es el kacchiquel cerrado, sin entender otro. La gente anda en la mayor desnudez, pero toda ella es muy rústica y ha carecido de instrucción". Indicó que el vicio que más se ha notado es la demasiada embriaguez en los indios, y que no se han observado idolatrías. No habiendo escuela, ordenó que se pusiera maestro para enseñar la doctrina. El presbítero José María Navarro, cura encargado, publicó en 1874 su Memoria de San Miguel Milpas Dueñas en la imprenta de Luna: "San Lorenzo Monroy. Está situado en una hermosa ladera frente a la Antigua y a Ciudad Vieja, de la que dista 1,800 varas. Tiene un horizonte despejado y abierto, que le da una vista lindísima, pues aunque a lo lejos se ven cerros, volcanes y montañas que circundan a la Antigua, le sirven de gracioso panorama. De San Antonio a San Lorenzo hay 1,300 varas, y tiene uno que subir un cerro que se llama la loma de San Lorenzo. El río Guacalate pasa cerca de este pueblo. La Iglesia ocupa el centro de la población. Hay dos cofradías: de Concepción y de San Lorenzo. La sacristía y pieza del párroco son nuevas, con su correspondiente camposanto. Hay alcalde con su municipalidad y un fondo de $209.00. El número de la población es de 450 almas, con 90 casas de paja y siete caballerías de ejido. Son trabajadores, pero al roce inmediato de la Antigua y Ciudad Vieja los vuelve viciosos. Sus intereses son: 8 bestias, 45 cerdos, 5 colmenas, 11 mecates [cuerdas] de nopal, 257 de milpa y 94 de fríjol. Su traje, idioma y costumbres son iguales a los de los otros pueblos, con la diferencia de que les gusta mucho el traje ladino y el idioma castellano". Conforme publicado con motivo del Censo 1880: "San Lorenzo, pueblo del departamento de Sacatepéquez. Dista de la Antigua 2 leguas; 261 habitantes. Los naturales son agricultores en su mayor parte; algunos benefician las ricas maderas de construcción y hacen matates de pita. Hay 2 correos para la cabecera cada semana; 2 escuelas para niños. En los alrededores de esta población se encuentra un baño de agua caliente que tiene propiedades medicinales".

SAN MIGUEL ESCOBAR


Caserío cab. mun. Ciudad Vieja, Sac. De la Iglesia parroquial de la cab., 2 km. por camino de revestimiento suelto al este. Iglesia 1,540 mts. SNM, lat. 14°31'33", long. 90°45'03". Chimaltenango 2059 IV. Sin información Censo 1973. Tiene escuela rural mixta. En los últimos años se ha comprobado que entre el caserío y las faldas del volcán de Agua se asentó el 22 noviembre 1527 por Jorge de Alvarado (como lugarteniente de su hermano don Pedro) la capital Santiago en su segundo traslado oficial; poblado destruido en la noche del 10 al 11 septiembre 1541. V.: Ciudad Vieja. Conforme publicado con motivo del Censo 1880: "San Miguelito, pueblo del departamento de Sacatepéquez, dista de la Antigua 2 leguas; 202 habitantes que casi todos trabajan en las fincas vecinas; cuatro veces al mes sale un correo. Hay una escuela para niños". Como aldea San Miguelito Escobar en la Demarcación Política de la República de Guatemala, Oficina de Estadística, 1892. Don Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, en su Recordación Florida escrita por la última década del siglo XVII, es explícito en el lugar en que estuvo asentada la capital en su segundo asiento oficial, al referirse al convento de Almolonga: "Tiene adyacente y pueblo de visita a el de Azacualpa, que es el antiguo y primitivo pueblo de indios Coctemalam, en donde fundaron la primera ciudad de Goathemala los conquistadores, como ya tenemos asentado, y quedó desmantelado con la inundación del volcán". No se trató de la primera fundación sino del segundo asiento oficial, ya que fundación sólo ha habido una, en 1524. El motivo por el cual se puso bajo la advocación de San Miguel, con fecha posterior, la da el franciscano Francisco Vázquez de Herrera, quien escribió por 1686 lo relativo al convento de Almolonga, que muchos han creído equivocadamente ser la primitiva catedral (que sería la única mal orientada en el mundo) y una de cuyas naves es lo que se ha dado en designar, también equivocadamente, como "capilla de doña Beatriz"; "Tiene [el convento] un barrio adyacente de indios cakchiqueles, que se llaman los reservados, cuya Iglesia tiene por titular al arcángel San Miguel; tiene ciento y ochenta personas de confesión, adminístraseles en lengua cakchiquel; dista del convento media milla o poco más". El arzobispo doctor don Pedro Cortés y Larraz, al haber visitado entre 1768 y 1779 la parroquia de Almolonga o Ciudad Vieja se refirió al pueblo de san Miguelito, anexo a la parroquia junto con el valle de las Calderas: "El cura interino de los seis pueblos dice en sus respuestas que los vicios y escándalos que ha notado en dichos seis pueblos son la demasiada embriaguez en los indios y algunos amancebamientos, que son los vicios más predominantes en ellos. Y que no ha notado idolatrías. En ninguno de estos pueblos hay escuela, y dí orden para que se pusieran dos maestros que enseñaran la doctrina, pagados de la vacante del curato, sin que cueste a los indios cosa alguna".

Don Pedro de Alvarado


Pedro de Alvarado, (1485-1541), conquistador español, compañero de Hernán Cortés. Nació en Badajoz (España). Acompañado por varios hermanos suyos, viajó al Nuevo Mundo en 1510. Primero se estableció en La Española. De ahí pasó a la isla de Cuba, donde en 1518 participó en la expedición que, enviada por Diego Velázquez, exploró la península de Yucatán y las costas del golfo de México.
Alvarado en la conquista de México
Un año después se embarcó con Hernán Cortés y, tras desembarcar en Veracruz, marchó con él al interior del país. Después de un enfrentamiento con tropas otomíes al servicio de Tlaxcala, Alvarado y los demás acompañantes de Cortés establecieron una alianza con la que se conoció como república de Tlaxcala. El 8 de noviembre de 1519, después de atravesar la región de los volcanes, Hernán Cortés, Alvarado y los otros capitanes y soldados españoles hicieron su primera entrada en la ciudad de México llamada Tenochtitlán. Allí fueron recibidos por Moctezuma, que les dio alojamiento en uno de los palacios de la ciudad.
Teniendo ya en calidad de prisionero a Moctezuma, Cortés salió de la ciudad para hacer frente a Pánfilo de Narváez que, enviado por el gobernador de Cuba, Diego Velázquez, había llegado a las costas de Veracruz para deponerlo del mando y apresarlo. Fue entonces, durante la gran fiesta de Toxcatl, que se celebró en fecha cercana a la fiesta de Pascua de Resurrección de 1520, cuando Pedro de Alvarado perpetró un ataque a traición en contra de los mexicas que se hallaban en el gran patio del Templo Mayor de la ciudad. Consecuencia de ello fue que, al regresar Cortés, una vez derrotado Narváez, enterado de lo que había ocurrido en la ciudad se vio forzado a abandonarla sigilosamente el 30 de julio de 1520. En su salida por la calzada de Tacuba perdió a gran número de sus hombres en el episodio que se conoce como ’la noche triste’.
Pedro de Alvarado fue uno de los capitanes que más se distinguieron en el ulterior asedio iniciado casi un año después, el 30 de mayo de 1521, contra la metrópoli de los aztecas o mexicas. Consumada la conquista, Alvarado fue encargado por Cortés de llevar a cabo la sujeción de otros pueblos situados al sureste de México. En cumplimiento de tales órdenes, conquistó lo que hoy se conoce como Guatemala. A continuación sojuzgó el señorío de Cuzcatán, cuyo territorio se conoce hoy como República de El Salvador. Fundó la ciudad de Santiago de Guatemala el 25 de julio de 1524. Tras una rebelión de los cakchiqueles, la ciudad se trasladó en 1527 al valle de Almolonga, en las faldas del volcán de Agua. Dicho traslado fue dispuesto por Jorge, hermano de Pedro, que se hallaba a la sazón en España.
Nuevas expediciones
En 1534 Alvarado viajó al Perú intentando participar en la conquista de los incas al lado de los Pizarro. Pronto, sin embargo, hubo de regresar a la Nueva España. Después de tener a su cargo por algún tiempo el gobierno de Guatemala, obtuvo de la Corona que se le autorizara emprender una expedición marítima con rumbo a las islas de las Especias. Zarpó de Guatemala al frente de una importante flota que fue tocando varios lugares de las costas del Pacífico en territorio mexicano. Al llegar al puerto de Navidad, en 1540, entró en contacto con el virrey Antonio de Mendoza que se interesó en participar económicamente en la expedición de Alvarado.
Muy poco después ocurrió en el ámbito de la Nueva Galicia el gran levantamiento de los caxcanes y chichimecas que se conoce como la guerra del Miztón. Cristóbal de Oñate, que trataba de reprimir a los alzados, solicitó entonces el auxilio de Alvarado. Se trasladó éste a Guadalajara, que era entonces una pequeña población situada al norte del río Grande de Santiago. Allí, Alvarado decidió salir de inmediato al encuentro de los alzados. Rechazado por éstos en el peñol de Nochiztlán, tras perder a varios de sus hombres, se retiró perseguido por los indios. Al llegar a una barranca cerca de Yagualica, marchaba a pie seguido por Baltasar de Montoya, que tiraba de su caballo. Tropezando éste en un lugar pedregoso y difícil, vino a caer sobre Alvarado arrastrándole varios metros. Herido seriamente por el golpe de su propia cabalgadura, fue trasladado entonces a Guadalajara. Allí murió unos cuantos días después, el 3 de julio de 1541. De este modo acabó el temido conquistador que, por lo rubicundo de su tez, había sido apodado por los indios Tonatiuh, es decir, el Sol. Los restos de Alvarado reposaron por algún tiempo en el convento de Tiripetio, en Michoacán, y de allí fueron luego enviados a Guatemala. Sólo poco más de dos meses después, el 11 de septiembre de 1541, en la Guatemala que se había establecido en el Valle de Amolonga, moría su viuda doña Beatriz de la Cueva, la Sinventura, como consecuencia de la violenta erupción del volcán de Agua. La ciudad se trasladó entonces al valle de Panchoy, erigiéndose allí la que se conoce hoy como la Antigua Guatemala, que fue donde recibieron al fin cristiana sepultura Pedro de Alvarado y Beatriz de la Cueva.